Necesitamos de inteligencia y paz para conocernos la dirección que Dios quiere dar para nuestra vida
“Entonces les abrió la mente para que entendieran las Escrituras” (Lc 24, 35-48).
El resucitado parece en medio de sus discípulos y trae en primer lugar la paz: “¡La paz esta con vosotros!”. Nosotros necesitamos mucho la paz y el mayor don que el cielo puede darnos y la mayor necesidad que tiene en nuestro corazón.
La falta de paz es que nos deja en la ansiedad, en la preocupación, en las tensiones, en los miedos, en las revueltas y en las agitaciones de la vida. La paz calma, tranquiliza, nos da la fe, confianza, certeza, esperanza, dirección y luz interior.
La paz es serenidad de la alma que tiene una plena confianza en Dios y no vive sometidos por los miedos y por las tensiones de la vida. El mundo vive con tensiones y nosotros estamos sumergidos en nuestro medio en el miedo de las tensiones, la correría del transito y de las cosas que tenemos para hacer, la rutina de la vida, nuestras obligaciones, compromisos y responsabilidad, que ni descansar nosotros sabemos hacer y muchas veces no tenemos tiempo para hacer. Estamos siempre con cosas para hacer, pero a veces encontramos personas conocidas y decimos que estamos siempre muy ocupados, llenos de quehaceres, una forma de refugiar, pero no es una forma de encontrarnos la paz.
Por eso, Él viene traer paz a nuestro corazón. A veces la persona solo encuentra la paz cuando muere y cuando está allí enferma y postrada, porque ella sale de la correría, de la agitación y de todo aquello que agita el corazón de la persona humana y nos roba de nosotros mismos.
Nosotros solo tenemos paz cuando nos encontramos con nuestra esencia, y en ella es que Dios viene a nuestro encuentro para traer profundamente la paz que nosotros necesitamos. La propia presencia de Jesús causa miedo y preocupaciones. Jesús mismo esta diciendo: “Mira, ¿porque estas preocupados? ¿Por que tienes duda? ¿Tienes miedo e inquietudes en vuestro corazones?”. Porque están viviendo en nuestro medio de toda incredulidad y nosotros estamos así.
Silencia el corazón y calma la alma de todo aquello que esta dejándonos en devaneo mentales y muchas veces hasta tortuosos para que el maestro abra nuestra inteligencia.
Tenemos inteligencia para todo, menos para comprender las escrituras, el corazón de Dios y la dirección que Él tiene para dar para nuestra vida.
Tranquilicemos el corazón, permitamos que la paz del resucitado entre nosotros para que Él nos bautice con su paz y que podamos ser generadores de esta paz y podamos comprender lo mucho que somos amados y queridos por Dios, porque es eso que las Sagradas Escrituras nos enseña y nos instruye todas las veces que nos ponemos en la dirección de ella.
¡Dios te bendiga!